sábado, 21 de marzo de 2020

APOLOGÍA DE LOS INDIOS. Baratta.



APOLOGIA DE LOS INDIOS. Baratta.
 Raza, juzgada con injusticia por historiadores. Los indios han sido considerados como salvajes destituidos de inteligencia y de sentimientos generosos; se ha visto en ellos, una casta un poco superior al mono, concediéndoles solamente un instinto humano de poco alcance para realizar su vida material, y esto, por tener el don divino de la palabra; se les va mancillado, atribuyéndoles la negra mancha de caníbales e inhumanos, con prácticas indecorosas y espeluznantes en sus ritos y ceremonias; han sido tratados con horrible crueldad por la raza superior, creyendo que sus despojos no hacen falta en la totalidad de la especie humana!...
¿Y qué dirán ahora en vista de los grandes descubrimientos de la ciencia y de los resultados obtenidos de su elevación moral, realizada en estos últimos siglos, por la líbertad y el progreso?
Los indios de antaño sabían escribir, nos han dejado grabados en piedra sus recuerdos; sabían pintar, sus cuadros tienen un colorido que refleja el espíritu de su época; eran artistas consumados, lo vemos en la huella imborrable de sus obras, que han salvado el tiempo para llegar hasta nosotros. ¿Y qué más? Estaban organizados en naciones bien gobernadas, en pueblos bien cimentados, bajo el amparo de leyes justas; en sociedades, en fin, que como las nuestras, marchaban en constante labor hacia la meta de un verdadero progreso. ¿Gomo pudo ésto haberse realizado siendo una turba de salvajes? Así, no se concibe ninguna sociedad, los pueblos se hubieran destruido unos con otros y habría sido una Babilonia, dando por último resultado que hubiera triunfado la ley del más fuerte... Pero no fue así: aquí habían muchos Gobiernos, con su respectivo territorio, que reconocían por Patria; los Caciques eran amigos y aliados, y en caso de peligro se unían para defender sus derechos de todo poder extremo. Y fue por eso que cuando los españoles penetraron en el Continente, la triste noticia fué enviada a los cuatro vientos y los indios se prepararon para la lucha; y desde entonces empezó para ellos un viacrucis cíe crueles sufrimientos, regando con su sangre los mismos campos donde habían sido felices..
Guerra del Exterminio
Esta época de atrocidad es conocida en la Historia con el nombre de «Guerra de la Conquista», que más bien debiera llamarse «Guerra del Exterminio»! Y si no que habLen las sombras de Atahualpa, de Atlacatl,de Tecúm-Umán, de Moctezuma, de Guatiraosint, de Kahonabo, de Anacahona y mil más... pero dejemos este cuadro conmovedor y sombrío, que errores fueron del tiempo y no de España, y volvamos a nuestra narración.
Los indios, eran hospitalarios basta el más alto grado. Esto lo prueba el testimonio del Almirante, el inmortal Colón, en su diario del primer viaje a la América. Refiere que cuando llegó a la isla «Española», Hoy Santo Domingo, el Cacique Guacanagari, lo recibió con clemencia y dulzura, haciéndose su grande y fiel amigo; entonces estableció una Colonia en los dominios de este Monarca, en la costa de la isla y dio el mando de la Guarnición, al valiente Rodrigo de Arana. Los españoles, confiados en la superioridad de sus armas, y en vísta de que Colón se había marchado, exigieron del generoso Cacique, oro, tierras y mujeres... y todo se los concedió de muy buena voluntad, porque había ofrecido a su amigo, dar toda clase de auxilios; pero... los Chapetones, no estaban satisfechos, su codicia exigía mayores sacrificios, y llevaron su ambición a tal extremo, que en poco tiempo casi habían arruinado aquella magnífica porción de la isla. Esto causó hondo pesar en el corazón de los indios, que veían en sus huéspedes blancos, a sus peores enemigos; entonces, Kahonabo, Señor de las Montañas de Cíbae, se vió obligado a tomar las armas para poner fin a tantos males y cayó como un rayo sobre la pequeña Guarnición Española, que a la sazón estaba dividida por discordias de rapiña, y la destruyó completamente. Guacanagari, se batió con heroísmo defendiendo a sus protejidos; pero salió gravemente herido del combate y tuvo que huir con los suyos.
Cuando Colón vino en su segundo viaje y supo el desastre, por boca de Guacanagari, que le narró el fin trágico de la Guarnición, creyó en su sinceridad y buena fé, y siempre siguió siendo su distinguido amigo.
Después de este luctuoso acontecimiento, los indios pusieron en acción todas sus bondades para agradar a los Conquistadores; así los vemos ayudándoles en todos sus trabajos como sí hubieran sido animales de carga o bestías de tiro. Los abusos escandalosos hicieron cambiar su bondad en odio hacía sus crudelísimos verdugos, y este odio fue aumentándose a medida que los hostigaban en trabajos forzosos, duros y pesados, los cuales no tenían ninguna recompensa.
La explotación de minas hizo muchas víctimas, donde murió casi una cuarta parte extenuada por el hambre y la fatiga.
Este odio hacía los blancos, ha permanecido como encarnado en la raza, aún hasta en los tiempos presentes; pero va amortiguándose a medida que entran en el carril de la civilización.
Que los indios, no eran caníbales, lo prueba don Fernando Colón, hijo del Almirante, que acompañó a su padre en uno de sus viajes a la América. Refiere aquel ilustre historiador; que los indios, guardaban huesos humanos en sus casas, como una reliquia de familia, y que la nota de antropófagos, con que se pretendía desacreditarlos, era a todas luces injusta.
Ahora volvamos la vista, aunque sea de paso, a los indios del presente: son sumisos, obedientes, generosos, trabajadores y valientes.
Como intelectuales, cultivan las ciencias y las artes, con el mismo éxito que los de origen europeo; y así hemos visto muchos doctores y sacerdotes, indios; poetas, pintores y filarmónicos, indios... Como artistas figuran en primera línea, demostrando tener un sentimiento elevado y un gran corazón!
¿Y qué diremos tratándose de sus virtudes cívicas, de su valor indomable y de su carácter noble, basados por idiosincrasia en el amor a la familia y al terruño que los vió nacer? La lucha por la libertad hizo subir al cíelo una procesión de mártires; pero al mismo tiempo, surgió del fragor de la batalla, una falange de heroicos Capitanes indios, que por su genio audaz, han llegado hasta la cumbre del poder y de la gloría .
Moralmente, cumplen con precisión matemáticas sus deberes sociales; y cuando se trata de un sacrificio, son los primeros en arrojarse al peligro: lo hemos visto en nuestras guerras, donde el indio ha desplegado todo su heroísmo defendiendo palmo a palmo el sagrado suelo de la Patria!
¡Qué injustos son los que juzgan a los pobres indios sólo bajo el aspecto de su ser físico, olvidándose de sus cualidades intelectuales.  Tal vez esta fue la causa para que en algunos pueblos los indios, se negaran a rendir culto a imágenes que tenían la misma fisonomía de sus opresores; sin duda por eso los Españoles, las pintaron de negro, para que no tuvieran recelo, y así atraerles al culto católico.
(2) Como el Excelentísimo Benemérito de la Patria, General Benito Juárez, Presidente de México, y algunos más, en las otras Repúblicas de Hispano-América tuales y morales, que es lo que constituye el rasgo más característico de su antigua y pasada grandeza!
Por eso, ahora ponemos en relieve sus buenas aptitudes y levantamos de la ruina y los escombros su genio sepultado por tanto tiempo; y esa labor, despreciada por unos, y vista con indiferencia por otros es muy digna de alabanza, como un estímulo para esa casta desheredada de los favores que Dios concede a los seres privilegiados, que han tenido la dicha de venir al mundo dotados de una estética belleza...
Al trazar estas líneas, no he tenido en mira presentarme como escritor para elevar a los indios a la categoría de semi-dioses, sino, que por un acto de humanidad, he querido hacerles justicia en la Historia; tampoco ha sido mi intención dañar el amor propio de los que todavía sueñan con la nobleza de la raza... ¡Esos tiempos ya pasaron! El hecho glorioso de nuestra independencia, dio vida a un Gobierno democrático, proclamando el reino de la libertad y puso fin a la Nobleza palaciega, que con su influencia perniciosa era una verdadera calamidad para estos infelices pueblos. Desde entonces, los indios también son recibidos en la comunión de los grandes ideales y marchan por el sendero del progreso a su perfección tanto física como intelectual; todos los hombres son iguales ante la ley y no tienen más título de honor que el de ciudadanos de un país libre, ya sean de origen Cacaopera o indios Americanos; tienen las mismas prerrogativas, idénticos derechos, iguales garantías y unidos todos por los vínculos de una fraternidad sagrada, trabajan sin descanso por el bienestar y engrandecimiento de una misma Patria.
Dios, Unión, Libertad y Progreso.
María de Baratta.
Actualizado por Henry Writer Burgos.


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