APOLOGIA DE LOS INDIOS.
Baratta.
Raza, juzgada con
injusticia por historiadores. Los indios han sido considerados como salvajes
destituidos de inteligencia y de sentimientos generosos; se ha visto en ellos,
una casta un poco superior al mono, concediéndoles solamente un instinto humano
de poco alcance para realizar su vida material, y esto, por tener el don divino
de la palabra; se les va mancillado, atribuyéndoles la negra mancha de
caníbales e inhumanos, con prácticas indecorosas y espeluznantes en sus ritos y
ceremonias; han sido tratados con horrible crueldad por la raza superior,
creyendo que sus despojos no hacen falta en la totalidad de la especie
humana!...
¿Y qué dirán ahora en vista de los grandes descubrimientos
de la ciencia y de los resultados obtenidos de su elevación moral, realizada en
estos últimos siglos, por la líbertad y el progreso?
Los indios de antaño sabían escribir, nos han dejado
grabados en piedra sus recuerdos; sabían pintar, sus cuadros tienen un colorido
que refleja el espíritu de su época; eran artistas consumados, lo vemos en la
huella imborrable de sus obras, que han salvado el tiempo para llegar hasta
nosotros. ¿Y qué más? Estaban organizados en naciones bien gobernadas, en
pueblos bien cimentados, bajo el amparo de leyes justas; en sociedades, en fin,
que como las nuestras, marchaban en constante labor hacia la meta de un
verdadero progreso. ¿Gomo pudo ésto haberse realizado siendo una turba de
salvajes? Así, no se concibe ninguna sociedad, los pueblos se hubieran
destruido unos con otros y habría sido una Babilonia, dando por último
resultado que hubiera triunfado la ley del más fuerte... Pero no fue así: aquí
habían muchos Gobiernos, con su respectivo territorio, que reconocían por
Patria; los Caciques eran amigos y aliados, y en caso de peligro se unían para
defender sus derechos de todo poder extremo. Y fue por eso que cuando los
españoles penetraron en el Continente, la triste noticia fué enviada a los
cuatro vientos y los indios se prepararon para la lucha; y desde entonces
empezó para ellos un viacrucis cíe crueles sufrimientos, regando con su sangre los
mismos campos donde habían sido felices..
Guerra del Exterminio
Esta época de atrocidad es conocida en la Historia con el
nombre de «Guerra de la Conquista», que más bien debiera llamarse «Guerra del
Exterminio»! Y si no que habLen las sombras de Atahualpa, de Atlacatl,de
Tecúm-Umán, de Moctezuma, de Guatiraosint, de Kahonabo, de Anacahona y mil más...
pero dejemos este cuadro conmovedor y sombrío, que errores fueron del tiempo y
no de España, y volvamos a nuestra narración.
Los indios, eran hospitalarios basta el más alto grado. Esto
lo prueba el testimonio del Almirante, el inmortal Colón, en su diario del
primer viaje a la América. Refiere que cuando llegó a la isla «Española», Hoy
Santo Domingo, el Cacique Guacanagari, lo recibió con clemencia y dulzura,
haciéndose su grande y fiel amigo; entonces estableció una Colonia en los
dominios de este Monarca, en la costa de la isla y dio el mando de la Guarnición,
al valiente Rodrigo de Arana. Los españoles, confiados en la superioridad de
sus armas, y en vísta de que Colón se había marchado, exigieron del generoso
Cacique, oro, tierras y mujeres... y todo se los concedió de muy buena
voluntad, porque había ofrecido a su amigo, dar toda clase de auxilios; pero...
los Chapetones, no estaban satisfechos, su codicia exigía mayores sacrificios,
y llevaron su ambición a tal extremo, que en poco tiempo casi habían arruinado
aquella magnífica porción de la isla. Esto causó hondo pesar en el corazón de
los indios, que veían en sus huéspedes blancos, a sus peores enemigos;
entonces, Kahonabo, Señor de las Montañas de Cíbae, se vió obligado a tomar las
armas para poner fin a tantos males y cayó como un rayo sobre la pequeña
Guarnición Española, que a la sazón estaba dividida por discordias de rapiña, y
la destruyó completamente. Guacanagari, se batió con heroísmo defendiendo a sus
protejidos; pero salió gravemente herido del combate y tuvo que huir con los
suyos.
Cuando Colón vino en su segundo viaje y supo el desastre,
por boca de Guacanagari, que le narró el fin trágico de la Guarnición, creyó en
su sinceridad y buena fé, y siempre siguió siendo su distinguido amigo.
Después de este luctuoso acontecimiento, los indios pusieron
en acción todas sus bondades para agradar a los Conquistadores; así los vemos
ayudándoles en todos sus trabajos como sí hubieran sido animales de carga o bestías
de tiro. Los abusos escandalosos hicieron cambiar su bondad en odio hacía sus crudelísimos
verdugos, y este odio fue aumentándose a medida que los hostigaban en trabajos
forzosos, duros y pesados, los cuales no tenían ninguna recompensa.
La explotación de minas hizo muchas víctimas, donde murió
casi una cuarta parte extenuada por el hambre y la fatiga.
Este odio hacía los blancos, ha permanecido como encarnado
en la raza, aún hasta en los tiempos presentes; pero va amortiguándose a medida
que entran en el carril de la civilización.
Que los indios, no eran caníbales, lo prueba don Fernando
Colón, hijo del Almirante, que acompañó a su padre en uno de sus viajes a la América.
Refiere aquel ilustre historiador; que los indios, guardaban huesos humanos en
sus casas, como una reliquia de familia, y que la nota de antropófagos, con que
se pretendía desacreditarlos, era a todas luces injusta.
Ahora volvamos la vista, aunque sea de paso, a los indios
del presente: son sumisos, obedientes, generosos, trabajadores y valientes.
Como intelectuales, cultivan las ciencias y las artes, con
el mismo éxito que los de origen europeo; y así hemos visto muchos doctores y
sacerdotes, indios; poetas, pintores y filarmónicos, indios... Como artistas
figuran en primera línea, demostrando tener un sentimiento elevado y un gran
corazón!
¿Y qué diremos tratándose de sus virtudes cívicas, de su
valor indomable y de su carácter noble, basados por idiosincrasia en el amor a
la familia y al terruño que los vió nacer? La lucha por la libertad hizo subir
al cíelo una procesión de mártires; pero al mismo tiempo, surgió del fragor de
la batalla, una falange de heroicos Capitanes indios, que por su genio audaz,
han llegado hasta la cumbre del poder y de la gloría .
Moralmente, cumplen con precisión matemáticas sus deberes
sociales; y cuando se trata de un sacrificio, son los primeros en arrojarse al
peligro: lo hemos visto en nuestras guerras, donde el indio ha desplegado todo su
heroísmo defendiendo palmo a palmo el sagrado suelo de la Patria!
¡Qué injustos son los que juzgan a los pobres indios sólo
bajo el aspecto de su ser físico, olvidándose de sus cualidades intelectuales. Tal vez esta fue la causa para que en algunos
pueblos los indios, se negaran a rendir culto a imágenes que tenían la misma
fisonomía de sus opresores; sin duda por eso los Españoles, las pintaron de
negro, para que no tuvieran recelo, y así atraerles al culto católico.
(2) Como el Excelentísimo Benemérito de la Patria, General
Benito Juárez, Presidente de México, y algunos más, en las otras Repúblicas de
Hispano-América tuales y morales, que es lo que constituye el rasgo más
característico de su antigua y pasada grandeza!
Por eso, ahora ponemos en relieve sus buenas aptitudes y
levantamos de la ruina y los escombros su genio sepultado por tanto tiempo; y
esa labor, despreciada por unos, y vista con indiferencia por otros es muy
digna de alabanza, como un estímulo para esa casta desheredada de los favores
que Dios concede a los seres privilegiados, que han tenido la dicha de venir al
mundo dotados de una estética belleza...
Al trazar estas líneas, no he tenido en mira presentarme
como escritor para elevar a los indios a la categoría de semi-dioses, sino, que
por un acto de humanidad, he querido hacerles justicia en la Historia; tampoco ha
sido mi intención dañar el amor propio de los que todavía sueñan con la nobleza
de la raza... ¡Esos tiempos ya pasaron! El hecho glorioso de nuestra
independencia, dio vida a un Gobierno democrático, proclamando el reino de la
libertad y puso fin a la Nobleza palaciega, que con su influencia perniciosa
era una verdadera calamidad para estos infelices pueblos. Desde entonces, los
indios también son recibidos en la comunión de los grandes ideales y marchan
por el sendero del progreso a su perfección tanto física como intelectual; todos
los hombres son iguales ante la ley y no tienen más título de honor que el de
ciudadanos de un país libre, ya sean de origen Cacaopera o indios Americanos;
tienen las mismas prerrogativas, idénticos derechos, iguales garantías y unidos
todos por los vínculos de una fraternidad sagrada, trabajan sin descanso por el
bienestar y engrandecimiento de una misma Patria.
Dios, Unión, Libertad y Progreso.
María de Baratta.
Actualizado por Henry Writer Burgos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario