LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO OPERANDO EN LA IGLESIA,
ESCRIBE: RAFAEL WILLIAMS
Juan Franklin, quien había estado con nosotros en Santa Ana
por dos años, esperando su ingreso de EL SALVADIR a Guatemala como misionero
estadounidense, me escribió diciendo que había un derramamiento del Espíritu
Santo en Horcones, Jutiapa, cerca de la frontera . Gerardo Ortiz era el pastor
de esta iglesia. Me pedía que le asistiéramos.
Gerardo no era considerado un pastor sobresaliente, pues no
había estudiado la primaria. No había podido pasar a segundo años del instituto
Bíblico, a pesar de haberlo repetido dos veces. Esto no impedía su servicio a
Dios en una forma ferviente. Ganador de almas para Cristo en su campo. Había un
gran derramamiento del Espíritu Santo en su pueblo. Había un Aposento Alto
allí. Eran 40 creyentes. Se reunían un humilde galerón. Dios tenía que
enseñarnos mucho a nosotros como misioneros y nacionales. Los creyentes eran de
raza maya- quiché. Siempre había ferviente oración y alabanzas en lenguas en
esta iglesia. Había un exceso de exuberancia pentecostal incontrolable: danza,
gritos, Lenguas angelicales constantes. Tratamos de ambientarnos al ambiente
súper pentecostal allí. Algunas veces dudábamos fuera el Espíritu Santo en
acción.
Desde mis primeras experiencias pentecostales en Inglaterra,
nos enseñaron a respetar y no criticar las experiencias pentecostales en la
congregación. Este caso fue motivo de oración y preocupación.
Estudiamos cuidadosamente las Escrituras y explicamos a los
hermanos las manifestaciones del Espíritu Santo en la iglesia, según el libro
de los Hechos y las cartas del apóstol Pablo. El propósito del Pentecostés en
la iglesia se les explicó cuidadosamente.
Solo lo que es agradable en la presencia de Dios debe practicarse en la
congregación pentecostal. Les explicamos que las oraciones no debían ser
repetitivas sin sentido alguno. Ni repetir sonidos, ni imitaciones físicas como
aplaudir, sacudirse. Todo impulso emocional debe venir de Dios. No deberán
llevarse por impulsos personales. La explicación se las impartimos
cuidadosamente a los hermanos sin ofenderlos, ni apagar el interés en la
presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Con amor lo hicimos en base
escritural de la Biblia. Una noche,
mientras todos orábamos de rodillas, había un grupo de muchachas que hablaban
en Lenguas y gritaban emocionadas en la presencia de Dios. Gritaban tan fuerte
que tuvimos que imponerles las manos suavemente para tranquilizarlas. Me sentí sorprendido
en la forma que les hablé para aquietarles. Las palabras que les dije vinieron
fuertemente como voz de Dios y no en mis fuerzas. Toda la congregación se sentó
y oyeron atentamente la explicación que les Impartí sobre los dones del
Espíritu Santo y evitar en excesos carnales
en las congregaciones.
Les animé a seguir orando y pronto vino otra llenura del
Espíritu Santo con manifestaciones físicas como antes. Durante el siguiente
tiempo de oración ferviente, las muchachas danzaban, Varias personas recibían
el Bautismo del Espíritu Santo en humildad. Esto del servicio estuvimos en la
presencia de Dios disfrutando pentecostés.
Estos cultos continuaron por varios días y les instruimos en
la Biblia. Dios me enseñó lo que debía enseñares la Biblia más claramente y sin miedo. Con
autoridad. En ocasiones debía ser claro, firme, sin vacilaciones en la enseñanza
de de las verdades eternas de la Biblia. Vi armonía en el Espíritu Santo.
Estaba convencido no debía temer ni vacilar cuando se trata de explicar las
verdades divinas a los hermanos.
En una reunión de pastores y líderes locales cayó una
presencia de Dios muy fuerte. Había oraciones clamorosas. Era hora de terminar
la reunión. Una hermana se quedó orando con voz muy fuerte que se oía en todo
el local. Oraba en lenguas y desarmonizaba en la reunión. Me sentí movido a
imponer mis manos sobre su cabeza y en voz suave le susurré al oído: “Hermana, descanse en el
Señor”. La hermana inmediatamente cambio a una oración suave y el programa del
culto siguió su curso normal.
En otra ocasión vi como Dios tomó control de una
congregación de 200 gentes. Dios le hacía en una forma preciosa. Dios lo hacía
en una forma formidable, pero yo tenía que verlo creerlo y entenderlo. Todos
estábamos parados orando en Lenguas y adorando a Dios., A la par mía estaba una
hermana muy agitada orando. Alzaba sus manos como si tuviera cargando un canasto en sus manos y lo mecía de lado a
lado. Su cara mostraba esfuerzo y agitación. Luego parecía que el esfuerzo
parecía menos. Menos movimiento corporal. A medida que ella oraba la presencia
de Dios se esparcía más y más a toda la congregación. Su tolerancia y resistencia mostraba en su
rostro una felicidad. Esa felicidad se contagió a toda la congregación.entendi
que yo había presenciado una batalla , de la cual yo no sabía nada, pero que la
hermana maya- quiche, había prevalecido en su lucha hasta quebrantar al enemigo
de nuestras almas, trayendo a la congregación a un lugar de remanso, pureza,
unidad, y adoración espiritual.
Experiencias como estas me enseñaron que aunque no
entendiera lo que el Espíritu santo estaba haciendo para enseñara a su pueblo, lo hacía en una
forma que solo Él puede hacer. Él dirige y enseña en una forma que solo él sabe enseñar, sin pizarrón, ni aula.”
Con gemidos indecibles”, “El Señor confirmaba a los apóstoles con SEÑALES”.
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